septiembre 18, 2023

31 minutos y Chile


Sólo para quienes se lo preguntaban, acudí a la explanada delegacional para subirme a los juegos, comer postres y ver de un lado lejano al delegado dar su "grito" todo apagado. Se nota cuando el delegado en turno lo quieren o no.

A ver si el próximo año voy al Zócalo. Si aun sigo escribiendo, se los diré. 

En fin...

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Me pasé el fin de semana pensando en qué iba a escribir. La verdad es que el viernes me dejé llevar por la fecha patriótica y me fue mucho más sencillo de hacerlo, ¿pero hoy? Hoy es 18 de septiembre, nadie festeja nada... Bueno, sí, en Chile festejan su día de la independencia... pero mi relación más cercana a Chile son "31 minutos". 

¿Lo han visto? Son esas marionetas de la televisión pública de Chile, tienen figuras raras, algunas antropomórficas, otras son sólo los mismos juguetes moviéndose y dándoles voz. Están en televisión desde 2003 y a México llegaron por esos mismos años traídos por el Canal 11, también de televisión pública.

A finales de los 90 e inicios de los 2000, Canal 11 había logrado una gran fama con los niños al presentar series y caricaturas bastante novedosas, entretenidas y divertidas, es más, habían logrado una fama inesperada con su programa de producción original "Bizbirije", donde los niños se convertían en reporteros locales, y podían sentirse grandes haciendo el trabajo que en ese momento estaba de moda: ser periodista.

Créanme que esa parte la viví.

Pero bueno, volvamos con "31 minutos". Para cuando llegaron a México, yo ya me encontraba estudiando la facultad y había entrado a mi etapa de "revolución contra la caja tonta", ya no quería saber nada de la televisión, más que de las noticias, porque me sentía una adulta joven responsable que quería ser reportera y escribir grandes cosas que cambiaran el mundo. 

De verdad que estaba perdida.

El caso es que conforme fui creciendo en la facultad, me di cuenta que ser "reportera" no era lo mío y que ver la televisión sí era lo mío, así que volví a la televisión con unos nuevos ojos, los de producción.

Por supuesto que no fue así de inmediato.

Yuri, mi amiga y compañera de la facultad, me acuerdo que llegaba a cantar las canciones del programa y yo no las llegaba a entender. Es decir, de verdad una "muñeca" le hablaba a una niña diciéndole chismes y que nadie más la podía escuchar. Eso era tan esquizofrénico. De verdad que no lo entendí.

Así pasaron varios años en los que lo podía escuchar y no me llamaban la atención. Dejé de discriminar programas y presté más atención a lo que debía... pero no entendía 31 minutos. ¿Por qué hablaba un calcetín?

De verdad pasaron muchos años después de que Yuri cantara "Mi muñeca me habló", y "Baila sin César" (esa última sí me daba risa por que sí existía un César al cual dejar fuera de la ecuación) hasta que volviera a escuchar fuertemente de 31 minutos.

Cuando mi hijo nació tuve que acercarme al área de "canciones infantiles" y entre "Estrellita", "PinPon" y otras canciones, estas fueron evolucionando hasta empezar la edad de "31 minutos". Ahora sí les tuve que poner atención. ¿Qué carajos decían las canciones?

Y fue entonces que aprendí a apreciar el verdadero show.

Me senté a ver los programas que pasaban en Netflix, y en el 11 (porque en el Canal 11 los seguían pasando) y me di cuenta que eran una joya. Era un programa para niños, en el cuál trataba a los niños, como esos pequeños seres que tenían emociones, sentimientos, sueños, dichos y palabras. Los niños aman las canciones, porque son fáciles, tienen un gran ritmo y dicen cosas que ellos también sienten. Su lenguaje es divertido y serio, y al mismo tiempo trata de cosas tan irreverentes. Su personaje principal es tan nefasto, porque es un niño berrinchudo, como muchos niños, quiere ser el centro de atención y todo lo quiere conforme sus deseos, parece un adulto, pero no es un adulto, es un muñeco, todos son muñecos, como con los que juegan los niños, y es que esa es la magia del programa, les da la libertad a los niños de agarrar sus muñecos, cuales sean, y pueden jugar a hacer ellos mismos su noticiero... ¡Como en Bizbirije!

Para mi fue super increíble irlos conociendo junto con mi hijo, aprenderme sus canciones con él y divertirme y hacer chistes locales con mi hijo, cantar en el carro los dos sabiéndonos las mismas canciones. Si alguien que me lee es padre o madre de familia, creo que entenderá lo maravilloso que es compartir ese momento con una de las personas más importantes de nuestras vidas. 

Mi comadre, madrina de mi hijo, el año pasado le regaló boletos para el concierto. 

¿Qué? ¿Concierto? ¿Cómo? "31 minutos" sólo sale en la televisión. Y pues no, resulta que "31 minutos" es una gran experiencia de concierto. 

Los niños y los papás cantamos, bailamos, reímos, y salimos de ahí con al menos una camiseta para el niño del show. Me quedé perpleja de un evento así, había ido a muchos conciertos durante muchos años, pero este sí que de verdad no lo esperaba.

Desafortunadamente mi hijo sigue creciendo, y sus gustos también, no se puede quedar siempre en esa misma etapa, y aunque aun los escucha y aun podemos cantar juntos en el carro, ya no son sus únicos favoritos. 

"31 minutos" es un gran programa de televisión. Tiene un gran trabajo de preproducción muy bien pensado, un trabajo de producción impresionante y un gran mensaje que lo hace vigente para chicos, y los papás de los chicos, y los contemporaneos de los papás que no tienen hijos pero que igual lo disfrutan. Muchos de mis amigos son fans y ahora entiendo porqué Yuri también los cantaba, aunque en ese momento tuviéramos casi 20 años.

Lo que sí es que mi hijo tiene una playlist de su música favorita y yo también, y en ambas playlist está 31 minutos. 

¡Gracias Chile!

septiembre 15, 2023

El grito de independencia.

 No sería la primera vez que me pongo a escribir tratando de que esto sea, de nuevo, un hábito. 

¿Lo lograré? La experiencia dice que no, que quizás me interese sólo una semana... o menos, y lo abandone porque la vida de adulta me vuelva a ganar. Pero ya estoy harta de la vida de adulta que me bloquea mis ganas de ponerme a escribir.

Ya no haré promesas, incluso tampoco buscaré lectores, hay tantas cosas que quiero hacer, pero mi propio TDAH adulto me impide. (La verdad es que no sé si lo padezca, pero me auto convenzo de que es así para justificar mi propia procastinación, que al mismo tiempo, no es procastinación, bueno, no lo sé) Así que aquí haré, al menos, unas líneas.

Así que bueno, a darle con el primer tema del día:

"Día de la independencia"

Solía disfrutar mucho el ir al Zócalo de la CDMX al grito de la independencia de México, mi familia y yo íbamos a contagiarnos del humor festivo de la marabunta, ya que en realidad nunca fuimos festivos, así que el grito de la independencia en el Zócalo dado por el presidente en turno, era una de los festejos que nos gustaba aprovechar para sentir un poco de nacionalismo y ver juegos pirotécnicos.

Recuerdo mucho una vez, tendría yo como 8 o 9 años... o quizás 10, no sé, sólo sé que era pequeña y que mi papá aun me podía cargar en hombros. Creo que Zedillo era el presidente en turno y tuvimos la suerte de estar presentes en primera o segunda fila en la boda de mexicanos gritones. Recuerdo mucho que había miles de personas y que mis papás no nos soltaban de la mano a mis hermanos y a mi. En ese momento me parecía una exageración de mis padres tenernos tan agarrados y obligarnos a aprendernos el lugar donde nos veríamos si nos perdíamos. Mi hermana mayor siempre fue muy independiente, mi hermano menor era muy chiquito, y yo... bueno, yo sólo sabía que tenía que preguntar, nunca me supe orientar muy bien.

A los días, como por eso de las 6 de la mañana, me levanté tratando de no cerrar los ojos y vestirme con el uniforme de la escuela correctamente, cuando escuché el Himno Nacional Mexicano, como acababa de pasar un concurso de canto del himno, me gustaba escucharlo para estudiarlo, además era siempre una alarma de que era temprano y tenía tiempo para vestirme a mi ritmo... lástima que hoy ese mismo himno a la misma hora signifique que ya se me está haciendo tarde... pero bueno, ese no es el punto. Ese día, como por ahí del 17 o 18 de septiembre estaba escuchando el himno nacional y pasaron un mini resumen de lo que había sido el grito y entonces pasó algo increíble para mi (aun lo es): ¡¡Salí en la televisión!!

Le dije a mi papá, pero creo que no me hizo caso por que el momento fue super rápido, ahí estaba yo en los hombros de mi papá, sin banderas y sin disfraz como muchos en el momento, pero sí gritando fuerte y con emoción... creo que ese fue un entrenamiento para los conciertos posteriores.

Como sea,  ese día estaba tan emocionada, que esos días me levanté temprano para ver si lo repetían para enseñárselo a mis papás o a mis hermanos, supongo que me creyeron, no lo sé, jamás les volví a preguntar, pero ese mismo hecho me alentó más a querer regresar a los gritos de independencia. Fuimos a varios de Zedillo, de Vicente Fox y uno de Calderon... después de eso mucha de esa magia desapareció, no por ánimo patriótico, sino por problemas políticos, flojera y después fue, claro, la vida adulta. 

Hace mucho tiempo que no voy al Zócalo per se, pero si he ido a plazas, a ferias y he gritado en muchos lugares, claro que a veces me gana la flojera a mi y a mi familia y no salimos, como dije desde el inicio, nunca hemos sido muy festivos.

Sin embargo ir al Zócalo de la CDMX el día del grito de independencia es una de las cosas y experiencias más patrióticas que supongo que todos deberíamos pasar. El ambiente festivo, alegre y orgullosamente nacionalista es de las cosas que llenan el corazón y el ánimo de amor por una nación. 

Que se acaba el 16 después del desfile militar.

En fin, este año no sé si saldré a algún lugar, no sé si nos da la locura como cuando era hija de familia y nos vayamos a ver a Andrés Manuel dar un grito donde "Viva la 4ta transformación" sea parte del discurso presidencial. 

O a lo mejor sólo me quedo en casa.