agosto 08, 2012

§Original//Promesas§

Título: Always
Capítulo: 4 "Promesas"
Fandom: Twilight/Propio
Claim: OC
Resumen: El amor se puede jurar.
Notas: No iba a escribir este capítulo, pero ya que me animé pues espero les guste. Ya sólo falta uno.

§Capítulo 4. Promesas§

No podría describir todo lo que sucedió después. Todo era entre emoción y miedo. Bridget estaba a mi lado, era una hermana, amiga, cómplice. Sentía por ella todo, la amaba de todas las formas en que se puede amar, mi corazón siempre quería explotar estando cerca de ella.

Nos reíamos de estupideces, nos abrazábamos sin motivo, nos mirábamos con los ojos cerrados, nos sentíamos sin estar cerca. Era una ironía ser su hermano en ese papel oficial que nos dieron en el registro, y ser su amante ese día que nos juramos amor eterno frente a su árbol de limón.

La amaba más que nadie, más que nada.

Nos separamos cuando ella regresó al internado, yo me quedé en Avignon estudiando en la escuela que nuestros padres habían elegido. El padre de Bridget sabía muy bien cuanto amaba a su hija, y me cuestionó muchas veces en porqué había aceptado ser su hijo.

- Los necesitaba - admití - no quería estar lejos de Bridget.
- Era más fácil que me hubieras dicho que estabas enamorado de ella.
- ¿Me abría dado la oportunidad de conocerme si le hubiera dicho eso?
- No - respondió tajante - hubiera pensado que eras el nieto del intendente que se quería aprovechar de mi hija.
- ¿Y ahora qué piensa de mi?
- Que eres mi hijo adoptivo que se quiere aprovechar de mi hija - me dio una fuerte palmada en la espalda - y pienso que no pude encontrar un hijo mejor.

Los amaba a los tres. Mientras Bridget no estaba me dediqué a trabajar con mi padre, a ayudar a mi madre y a escribirle a Bridget esperando que volviera a mi lado. Así estuvimos hasta que ella salió del internado y decidimos estudiar en la universidad.

Cada quien decidió algo diferente. Bridget quería estudiar filosofía y letras, mientras que yo me di cuenta que era bueno en la abogacía. Elegimos la Panthéon -Sorbonne, hicimos los exámenes, ingresamos, es más, hicimos la solicitud de estadía en el campus. Todo parecía perfecto, era perfecto.

Los días aun no dejaban de ser calurosos por el verano, de hecho ese último día en Avignon lo planeamos para estar en la costa, disfrutar de un día tranquilo antes de dirigirnos a París.

- ¿Hay algo mejor que esto? - preguntó ella mientras estábamos sentados en el borde de la barda de delimitaba la tierra con el mar.
- Por ahora no hay nada mejor. Podría pasarme aquí todo el tiempo... ¿Oye y si mejor no vamos a la universidad y nos quedamos aquí?
- ¡Estás loco!
- Eso ya lo sabías - ella asintió sonriendo. Se recargó en mi hombro.
- Podría quedarme aquí, irme a París o al fin del mundo. Siempre que estés conmigo.
- Siempre voy a estar contigo.

Apretamos las manos.

- ¿Sabes dónde me gustaría ir contigo?
- ¿A dónde?
- A la 5ta avenida.
- ¿5ta avenida? - pregunté desconcertado - Si quieres podemos ir a la avenida principal y comer, el estómago me está rugiendo.
- ¡No seas tonto Keane! No me refiero a la avenida del centro de Avignon.
- ¿Entonces?
- A la 5ta avenida, en Nueva York. Sería divino.
- ¿Qué? ¿Qué sería divino?
- Pues no sé. Ir de vista, ver obras de teatro, conocer toda la vida de lujo y fama.
- Tu vives una vida de lujo.
- Keane... - me miró severa - es una fantasía. Anda, no seas tonto, fantasea conmigo. Piensa que estamos en Nueva York ¿si? - asentí - ¡Pero cierra los ojos! - los cerré y me dejé guiar por su voz - Imagina que estamos en Nueva York, solos, caminando por las calles llenas de luz, con gente en todas partes. Todos queriendo vivir su sueño.
- Y queriéndonos robar.
- ¡Keane! No estás fantaseando.
- Ya me callo. Continua.
- Bueno, imagínate que estamos en la quinta avenida, entre todas esas tiendas a nuestro andar. ¿Qué ves?
- Muchas mujeres arrebatándose las ofertas.
- ¡Keane!
- Ok, no. - Apreté los ojos - déjame ver... - le tomé la mano - ¿sabes dónde estamos?
- ¿Dónde?
- Frente al Tiffany.
- ¿La joyería?
- Sí, la joyería. Estamos entrando y vemos todo lleno de brillo, el candelabro, las luces, los diamantes son hermosos y cada uno más grande que el otro. Pero tus ojos brillan más que todos los diamantes de ahí. Son opacos frente a ti.
- Keane, no seas ridículo...
- No lo soy, así es - abrí los ojos y la miré sonrojada - cierra los ojos y lo vas a notar. - cerró sus ojos y yo también lo hice - ¿ves el candelabro?
- Sí, lo veo.
- Pues justo abajo está el aparador principal, lleno de collares, anillos, aretes, herretes. Son las joyas de una reina. Nos acercamos y vemos un anillo plateado, es oro blanco con un hermoso diamante en forma de rombo. ¿Notas los acabados? Son finos, como tú. La mujer del aparador me da el anillo en su cajita. ¿Te gusta el anillo?
- ¡Me encanta!
- Pues bien, es tuyo...
- ¿Mío?
- Aja, es más, deja que me hinque...
- ¿Keane?
- No abras los ojos. - Apreté su mano, sentía que la de ella sudaba - estoy hincado frente a ti, mirando tu rostro, con tu mano justo como la tengo ahora. Tu rostro brilla junto a todo lo que hay ahí. De pronto es como si estuviéramos solos. Estamos solos. Entonces te pregunto...
- ¿Keane? ¿Bridget? - ambos abrimos los ojos, nuestra madre nos llamaba desde el auto - chicos, ya es tarde y el avión sale en unas horas.
- Ya vamos... - dije y ella se fue en el coche.

Bridget y yo nos quedamos en la misma posición, aun tomados de la mano. Ella sonreía y yo me sentí nervioso, era más fácil soñar con los ojos cerrados que mirándola.

- Keane... prométeme algo.
- Lo que sea.
- Prométeme que iremos allá, que entraremos a la tienda de Tiffany y terminarás de decirme lo que ibas a hacer.

Sonreí, acerqué su mano a mis labios y la besé.

- Lo prometo. Tendrás un anillo así y frente a ti terminaré nuestra fantasía.

Lo prometí y lo haría, no importa lo que pasara, cumpliría la promesa a Bridget.

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