mayo 30, 2011

§Drabble//Casi un hecho§

Título: "More than Us"
Capítulo: 13 “Casi un hecho”
Fandom: Los tres mosqueteros/20 años después
Claim: OC/D’artagnan
Resumen: Cuando nuestros deseos van más allá de lo que tenemos hay que luchar por ellos.

Notas: Ya me hacía talta desahogarme un poco. Además salió algo diferente a como lo imaginé. :p


§Casi un hecho§


Aun sentía vació el pecho. Aun no podía ni siquiera con su vacio, con su dolor. Respiraba fuerte, tantas veces podía, pero para él, le seguía faltando el aire.
Se quedó mirando la ventana, el cielo estrellado no tenía ya ningún significado, ni siquiera intentaba buscar alguno a eso, a nada, a nadie.

Tocaron la puerta y entró Noleen, le llevaba una vela más para que se iluminara. Esa noche no había luna y todo estaba más oscuro. Noleen estaba a punto de salir, pero D’artagnan la detuvo.

- Noleen, sólo hay algo que quiero saber. – Noleen cambió de lado la mirada, tenía un vago presentimiento.
- ¿Qué quiere saber Teniente?
- ¿Por qué no me dijiste nada?
- No podía hacerlo. Así como usted cumplía con su trabajo, yo cumplía con el mío.
- Pero pudieron…
- Teniente – Interrumpió la chica – eso es todo lo que le puedo decir. – concluyó tajante y se encaminó de nuevo a la salida.
- Noleen, una cosa más – Ella se detuvo sin voltear - ¿Cuándo llega el Duque?

Noleen sonrió con cierto placer, volteó a ver al joven teniente y dijo:

- Mañana al amanecer debe de llegar. – D’artagnan asintió enterado – ¿Teniente, le puedo decir algo? El compromiso de la Condesa es casi un hecho, y no creo que por un simple capricho ella ni nadie puedan hacer algo al respecto.
- Lo mismo me dijo John.
- Es que eso es lo correcto Teniente. – Dijo satisfecha – y le recomiendo que no se encapriche con un imposible. Las cosas son como deben de ser, y eso no debe cambiar.

Noleen dio la media vuelta y salió sin que nadie la interrumpiera. D’artagnan se quedó estático, mirando el piso y con esa vacía sensación en el pecho.

Al día siguiente D’artagnan no tuvo que esforzarse mucho para despertar, no había dormido mucho. Pensó y analizó los hechos. Era verdad, el compromiso de la Condesa era casi hecho, pero ese “casi” era la única y última esperanza que había encontrado su corazón durante toda su meditación.

Recapacitó muchas de las cosas que habían pasado, que había vivido, sentido. ¡Por Dios! Era el mensajero que salvó a la Reina, el teniente más joven en las filas del rey, el mosquetero más intrépido y audaz de todos.

No dejaría que un Duque le quitara a la única mujer que había amado…

Salió con una actitud nueva. Demostrando que era el Mosquetero audaz, que nada ni nadie podía contra él. Lo único que le faltaba para recobrar todo el valor sería ver a Cosette, tan bella, tan audaz y testaruda. Dio vuelta al comedor y efectivamente ahí estaba ella, justo esa imagen bella que tenía en la mente ahora estaba sentada en la sala con una taza de té frente ella. La mujer lo miró y sonrió como pudo, sin embargo estaba blanca, pálida, D’artagnan frunció el ceño, sintió como si ella le estuviera pidiendo ayuda.

- ¡Teniente! – Exclamó entusiasmada la madre de Cosette – muy buenos días.
- Buenos días mi bella señora. – la saludó tomando su mano y besándola. - ¿A qué se debe tanta alegría en usted?
- ¡Ay Teniente, qué torpe soy! Ven hija – La mujer le indicó que lo acompañara y los dos mudos la siguieron. – tengo una noticia maravillosa para todos.

A D’artagnan se le revolvieron las tripas, pero continuó la conversación.

- ¿Cuál noticia? – preguntó.

Entonces se escuchó que un caballo relinchó y se detuvo, de él bajó un hombre alto, rubio y de cuadrada, pero delicada figura. Estaba bastante elegante a pesar del largo viaje y tenía una sonrisa de oreja a oreja. Saludó de lejos y fue aprisa para alcanzarlos.

- ¡El Duque está aquí! – dijo tan entusiasmada que salió corriendo para recibirlo. Cosette y D’artagnan encontraron sus miradas, por fin estaban solos, no tenían mucho tiempo así que ella, sin que nadie los viera lo abrazó colgándose de su cuello.
- D’artagnan. – él se quedó un momento sin saber cómo reaccionar, pero al sentirla tan cerca sólo pudo corresponder su abrazo tan fuerte como pudo. – Por favor, perdóname. Debí decirte que yo…
- Eso no importa – la interrumpió – Dime que me amas y eso bastará para los eventos que se presenten.

Cosette se separó de él y sonrió tan ampliamente como su felicidad le permitía. Lo tomó del rostro y lo acercó al suyo robándole un ligero beso.

Detuvo el paso en seco. Había dejado a la madre de Cosette sólo unos metros atrás, emocionado por verla e impaciente por abrazar a su prometida. Y la vio, la vio contenta, la vio feliz, la vio sonriente y la vio… besándose con otro.

Toda esa felicidad, la emoción se había esfumado en un segundo…

Volteó y detuvo a la madre de Cosette con un abrazo. No podía dejar que nadie se diera cuenta que había visto algo, nadie debía sospechar. Cuando volvió a echar un vistazo al salón donde estaban los dos amantes, ellos se encontraban lejos uno del otro, con una mirada cómplice que sólo el Duque notó.

- Mi querida Cosette – dijo fingiendo la alegría que tenía antes, se acercó a ella y la abrazó fuertemente, se soltó de inmediato – lo lamento tanto, la emoción y alegría de verte me ha robado la educación, amada mía.
- ¿Por qué se disculpa Duque? La felicidad no se debe ocultar – agregó la madre de Cosette - ¿No es así Teniente? ¡Ay, no puedo creerlo! Discúlpeme teniente, permítame lo presento. Duque, él es el Teniente monsieur D’artagnan, Teniente, él es Su Excelencia, el Duque de Devonshire.

D’artagnan tenía los dientes apretados, la mirada filosa, pero la sonrisa en el rostro. El Duque tenía la respiración contenida, el porte de superioridad y la misma sonrisa en el rostro.

- Un placer Teniente.
- Un placer caballero.

Estrecharon manos con la intensión de aplastársela al otro tan fuerte como pudiera, pero ninguno lo hizo, no querían que el otro supiera que morían de celos en el interior.

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