noviembre 22, 2011

§Drabble//Deuda§

Título: "More Than us"
Capítulo: 14 "Deudas"
Fandom: Los tres mosqueteros/20 años después 
Claim: OC/D’artagnan 
Resumen: Todas las deudas se pagan en su debido momento..
Notas: Me faltaba tiempo para escribir, espero pronto terminar esta historia :)


§Deudas§

En la comida y en la hora del té, el duque no dejó de hablar de lo duro de su viaje, de los recuerdos que tenía con Cosette, del padre de ella, del compromiso de ellos. Su futura boda, lo que había planeado, la familia que tendría con Cosette. Cada palabra del Duque interrumpía las quejas y molestias de Cosette, cada palabra despertaba los celos y la rabia de D’artagnan.
Era claro que al Duque no le importaba interrumpir, le satisfacía ignorar a D’artagnan, y le fascinaba dejar callada a la mujer que le había roto el corazón. Si fuera por él ya le hubiera roto la cara al Teniente y le hubiera reclamado a la mujer por traicionarlo. Pero no lo haría, no lo iba a hacer, los caballeros no se comportan como bestias. Él siempre había seguido los protocolos, las reglas de los caballeros.

La más fascinada por la visita del duque era la madre de Cosette, no lo soltaba del brazo, se reía de sus chistes y replicaba cada ocurrencia con un halago para el Duque. Ignoraba lo que los otros tres pensaban, lo que los otros tres sentían. Lo más curioso es que, si lo hubiera sabido, igual lo hubiera ignorado.

La Baronesa llamó a sus criadas para traer más té, pero el Duque la detuvo.

- Si tomo más té terminaré curado de todos los males. Si me lo permite Baronesa, le quiero pedir un whiskey para celebrar. – tomó la mano de Cosette – tengo mucho que celebrar el día de hoy.
- No me gusta el whiskey, Duque – Cosette se intentó soltar, pero el Duque apretó su mano.
- Claro querida, tienes toda la razón, el whiskey es muy fuerte para ti, quizás mejor algo de vino.
- Yo no quiero…
- Y para usted Teniente – continuó el Duque ignorando a Cosette - ¿Qué le parece tomar whiskey? ¿O prefiere el vino?
- Cualquier vino que sea fuera de los viñedos de Francia no debe ser bueno.
- ¿Pero qué dice? – Se rió divertido – No le negaré que los vinos franceses son buenos, pero hay algo especial en los ingleses.
- Inglaterra no tiene buenos viñedos.
- Se equivoca teniente – aclaró – Inglaterra tiene mejores viñedos que los franceses, claro, hay mejores catadores que otros. Quien está acostumbrado a tomar lo mejor lo puede distinguir. Quienes sólo lo toman una vez y creen conocer de lo mejor sólo se engañan a sí mismos. – Miró desafiante al Teniente, estiró una sonrisa - ¿No lo cree usted también Baronesa?
- Completamente Duque, odio a las personas que creen saber de lo bueno, son pretenciosas y codiciosas de un buen gusto como el de nosotros. – La baronesa suspiró terminando el tema – Noleen, por favor trae el mejor whiskey para el Duque y el mejor vino para el Teniente. Festejemos que los amantes se reencuentran.

El Duque apretó la mano de Cosette y la acercó a sus labios para besarla con delicadeza. Ella miró al teniente y él a ella. Cosette puso los ojos en blanco al sentir los labios del Duque en su mano, así que cuando el Duque la bajó ella aprovechó para soltarse al fin.

- No me malentienda Duque – se adelantó en hablar Cosette – me encanta el vino, en Francia conocí el mejor, jamás había conocido un vino de ese tipo, con un sabor fuerte, pero delicado en la garganta, dulce al tocar mis labios, y embriagador en su aroma…Coincido con el Teniente al decir que no hay mejores viñedos que los franceses.

Cosette sonrió desafiante al Duque, y miró con complicidad a D’artagnan. El Duque arqueó una ceja forzándose a sonreír. D’artagnan se sintió orgulloso de las palabras de la joven, ese aire rebelde era el que lo había conquistado.

- Vamos hija – la baronesa rió irónica – no me digas que unos años en Francia y te has vuelto amante de los galos. No se ofenda Teniente, no es nada contra usted, pero debe saber que esta riña entra franceses e ingleses es... – se quedó pensando en las palabras – no sé, como pelearse por una mujer.

Irónicamente los tres se quedaron callados, pálidos y con una expresión de rareza en su rostro. “Si ella supiera…” pensaron los tres. En ese momento apareció Noleen con una charola de vino y whiskey. Sirvió a los dos caballeros.

- ¿No nos quiere acompañar baronesa, condesa?
- ¡Por Dios, no! – Exclamó la baronesa divertida – jamás me ha gustado el sabor amargo de ninguno de las dos bebidas. Y mi hija tampoco puede…
- Yo quiero vino… - intervino Cosette – por favor Duque.
- Pero hija, tú…
- Madre, una copa de vino es indispensable en la dieta francesa. ¿No es así Teniente? – D’artagnan asintió – Por favor Duque, sírvame.

El duque, sin mucho ánimo tomó otra copa y le sirvió apenas un chorrito.

- Las damas no deben exagerar en su beber.
- Las damas saben por ellas mismas cual es su propio límite.
- ¡Suficiente Cosette! – reclamó exasperada la baronesa levantándose – ustedes me disculparán caballeros, pero necesito hablar con mi hija en este momento. Cosette – la miró severamente, Cosette suspiró cansada, pero igual se levantó a su orden – los dejaremos solos un momento caballeros, acompáñame Cosette, con permiso.

La baronesa salió por delante y Cosette, después de dirigirle una mirada cómplice, la siguió.

D’artagnan siguió a la condesa con la mirada sonriendo aun, pero el duque estaba mirándolo fijamente, cono si pudiera clavar sus ojos como estacas en el corazón del francés. D’artagnan regresó su atención al duque y, aunque por un segundo pudo sentir el odio sin sentido en él, compuso su postura desafiante al duque. El Duque sonrió afable, como si no hubiera pasado nada y levantó su vaso.

- Le propongo un brindis Teniente. – D’artagnan levantó su copa.
- ¿A qué debo el brindis?
- En realidad lo quiero hacer a su honor. ¿Sabe? Que haya traído a la mujer que amo a salvo es algo que no puedo pagar. Así que, a su salud teniente, por regresar a la condesa a su hogar, donde debe estar y de donde no debe salir jamás. – El duque había hecho un énfasis en la palabra “jamás”, D’artagnan lo notó. Chocó su copa con la del Teniente y bebió sólo un trago. – Le voy a decir la verdad Teniente – hizo la copa a un lado y se acercó a él. – usted me ha hecho un enorme favor trayendo a Cosette a mi lado, estoy en deuda con usted.

El duque se puso de pie de golpe y le extendió la mano frente a él. D’artagnan instintivamente se hizo para atrás y puso su mano en la funda de su espada.

- Teniente… de ahora en adelante, quiero que encuentre en mi a un amigo, a un aliado y a alguien que está en deuda con usted por devolverle el amor a su lado.

D’artagnan miró la mano del caballero aun estirada frente a su rostro. Mentía, ¡claro! D’artagnan podía descubrir rápidamente a los mentirosos, pero algo dentro de él sabía que no todo lo que le decía era falso. Además,  bien decían que a los enemigos (o rivales en este caso) más valía tenerlos cerca.

El teniente se levantó y estrechó su mano con la del Duque.

- Duque, permítame ofrecer en mí a un amigo y un aliado. Las deudas, amigo mío, son cosas que no suelo cobrar a menudo, todas se pagan en su debido momento.
- No pudo encontrar mejor frase – continuó el Duque aun con la mano estrechada – todas las deudas se pagan en su debido momento.

Y así sería.

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