julio 07, 2012

§Fan fic //El primero de los males§


Título: "New in Town"
Capítulo: 1 “El primero de los males”
Fandom: Twilight.
Claim: Sherezada Adler // Carlisle Cullen
Resumen: El primer impulso de una chica puede ser a veces la mejor corazonada.
Notas: Este es, aunque no lo parezca, el primer fanfic de Crepúsculo que había tenido muchas ganas de escribir. Honestamente no es mi libro favorito, pero siempre había tenido muchas ganas de hacerlo.

 Esta es la historia de Sherezada Adler, una joven médico que decide huir de su casa y su refugio para vivir en Forks y rehacer su vida. Ahí conocerá a Carlisle Cullen, su colega de la clínica el cual no sólo la intriga por su apariencia y extraña forma de vida, sino también sus extraños ojos dorados.


§El primero de los males§

Llegar a Forks fue probablemente el primero de mis males.



Me había puesto a buscar en internet al lugar más frío, desconocido y perdido del mundo, y no es que fuera ese el primer lugar que apareció en la selección de google, no. De hecho apareció un lugar en la Antártida, luego otro en Noruega y así fueron apareciendo. Pero decidí que ninguno de esos lugares era bueno, al menos no si alguien quería encontrarme. No quería imaginar que me fueran a encontrar buscando en google tal y como yo lo hice.

Continué buscando lugares cuando de pronto sonó mi celular con un nuevo mail en mi buzón. Lo abrí y leí la invitación para trabajar en ese pueblo alejado del mundo, Forks, Washington. La sociedad de Médicos voluntarios me había hecho la invitación, no pude creer lo oportuno que todo eso era. Dejé mi búsqueda del lugar más frío, desconocido y perdido del mundo y me puse a investigar ese lugar.

Estaba a unos kilómetros de Seattle, muy cerca de Canadá, la población era muy poca y contaba sólo con una clínica, una escuela y una estación de policía.

- ¡Genial! Como mandado del cielo.

Me puse a mecanografiar aceptando con el gusto del mundo. Fuera como fuera me iría a Forks, Washington.

Cuando mi vuelo de Berlín a Madrid, de Madrid a Nueva York y de Nueva York a Seattle llegó a su fin, me di cuenta que había cometido un terrible error. Así que en pleno aeropuerto compré mi vuelo de vuelta. De pronto decidí que me quedaría una semana en ese lugar y que si no me gustaba me iría de vuelta a Berlín... o la Antártida.

Subí un taxi y el taxista me empezó a hacer la plática. Primero me dijo que mi acento alemán era demasiado marcado y yo le contesté que no lo hacía apropósito, toda mi vida la viví en Alemania. Entonces me contó que él era de Nueva Delhi y que Estados Unidos había sido su tierra prometida y había encontrado justo lo que buscaba.

De alguna forma eso me había causado un buen presagio. Si un taxista había encontrado su tierra prometida en Estados Unidos, probablemente yo también lo haría.

Pero después la conversación cambió. Me estuvo contando de varias de las leyendas del lugar al que iba, probablemente me las estaba inventando, pero parecía tan seguro de lo que decía que yo lo escuché con mucha atención. Hablaba de vampiros y hombres lobos, hablaba de espíritus que rondaban y muertes sin explicación racional. Me previno y me dijo que si creía en un Dios (el que fuera) me encomendara para que nada me fuera a pasar. Ya en ese momento me pareció que exageró el taxista, así que le di por su lado.

Pasaron algunas horas hasta que llegamos a nuestro destino, le dije que me dejara en el hotel del pueblo y me dejó en la puerta, sacó mi maleta y me deseó mucha suerte.

 - Ojalá sea el lugar que espera.

Le sonreí sin entender completamente lo que me decía, yo no le había dicho nada sobre mi, o  si esperaba algo del lugar, pero agradecí el gesto. Cuando se fue entré a la recepción y me asignaron la habitación más limpia del lugar. Apenas abrí la puerta de mi cuarto cuando me aventé a la cama para acostarme, no me había dado cuenta de lo cansada que estaba. Cerré los ojos y empecé pensar...

Forks no era tan frío como decían, Berlín lo era más. Al menos si parecía recóndito y alejado del mundo. Pero no era lo que buscaba. Aunque tampoco sabía exactamente qué era lo que quería encontrar.

 Me bañé, me puse algo más cómodo y salí a comer algo. El restaurante del hotel estaba cerrado así que salí a caminar. Ya estaba oscureciendo, entonces, haciéndole caso al taxista, me encomendé a Dios y salí a buscar algo de comer.

 Me di cuenta que el hotel estaba lejos del centro de la ciudad. Había gente caminando, más adolescentes paseándose en grupos, de pronto me sentí  como si estuviera en una película americana. Caminé hasta llegar a un restaurante parecido a un McDonald’s, ni modo, quería algo norteamericano, y nada más norteamericano que una hamburguesa.

 Salí aun con el refresco en mano, concientizando el error que había cometido al aceptar un trabajo ahí y tomar el primer vuelo sin pensarlo. Lo mejor sería regresar al aeropuerto y cambiar el boleto para regresar al día siguiente un vuelo de vuelta.

 Me senté en una banca para disfrutar el fresco. Respiré tan fuerte que recordé que estaba muy cansada. Los ojos se me empezaron a cerrar, así que decidí regresar a la habitación y dormir para al otro día irme. No necesitaba estar más tiempo ahí para darme cuenta que me había equivocado.

 Me levanté y caminé de regreso. Miré los edificios, volteé a un lado, volteé al otro lado...

 ¿Dónde estaba?

 ¡Demonios! Uno de mis peores males era mi sentido de la orientación, y justo en ese momento lo perdí. Bueno, no debía ser tan difícil regresar. Caminé y caminé tratando de reconocer las calles, o al menos el lugar de las hamburguesas. Cuando me di cuenta estaba llegando a una gasolinera que parecía estar fuera del pueblo.

 - ¡Demonios! - grité para mi misma. Ahora tendría que encontrar un taxi para volver.

 Me paré en la carretera buscando que apareciera una luz en la camino. Mágicamente apareció y levanté mi mano buscando hacerle la parada. Las luces eran demasiado deslumbrantes y tuve que entrecerrar los ojos. Cuando se acercó más escuché el motor rugir, pero las luces eran tan cegadoras que me tuve que tapar los ojos con una mano mientras que con la otra seguía haciéndole la parada.

 El rechinido de las llantas se escuchó tan fuerte que me dio miedo que me fuera a atropellar, di un paso atrás y casi tropiezo. Volteé a ver el carro que se había detenido y tuve que cerrar la boca. Estaba frente a un coche tan impresionante que me desconcertó que alguien pudiera tener el poder adquisitivo de un automóvil así.

 No podía dejar de mostrar mi asombro cuando el automóvil bajó la ventanilla.

- ¿Está usted bien? - alcé la vista al sentir esa voz tan conocida. Me acerqué y ahí encontré a un hombre... Era el más guapo que había visto jamás, o probablemente en un sueño, o una revista de modelos. Era rubio, con un rostro fino, pero bastante varonil, perfectamente peinado y elegantemente vestido. Sin embargo nada me causó más conmoción que el extraño color dorado en sus ojos.  - ¿Está bien señorita? - volvió a preguntar y acto seguido salió del coche.

 Yo traté de salir de mi transe, tuve que dejar de contemplarlo para poder responder a pesar de ya estar frente de mi.

 - Sí, estoy bien. - aquel hombre sonrió y de nuevo tuve ese sentimiento extraño de familiaridad. - Disculpe, ¿lo conozco?

Él me miró extrañado y frunciendo el ceño. Lo negó con la cabeza, me sentí tonta.

 - Lo siento, yo... ahm... empezaré de nuevo.  Sí, estoy bien, gracias. Bueno, no estoy bien, de hecho estoy perdida.
- ¿Perdida? ¿No sabe dónde está?
- No, no, creo que no. - Sonrió empezando a reírse de mí.  - ¡No! Lo que quiero decir, sé dónde estoy, pero ya no sé dónde está el hotel.
- ¿Se está hospedando en el hotel del pueblo?
- Sí, acabo de llegar, y la verdad es que soy muy olvidadiza en las direcciones...
- ¿Quiere que la ayude?
- La verdad si. Se lo agradecería mucho. - El hombre me volvió a sonreír y de nuevo frunció el ceño. - ¿Tampoco sabe dónde está el hotel? - pregunté resignada, estaría perdida para siempre.
- No, la verdad es que...
- ¿Es que...?
- Nada. - volvió a sonreír - La llevaré a su hotel.

Suspiré y le sonreí agradecida. Él abrió la puerta de su coche y yo sin pensarlo, me subí a él. De nuevo no pensé nada, pero sentí que, cuando entró y se sentó a mi lado, no era la primera vez que lo hacía.

Me miró a los ojos y yo pude notar de nuevo aquel dorado en sus ojos. Sonrió y arrancó el coche.

En ese momento entendí que llegar a Forks fue probablemente el primero de mis males... pero ese hombre podría ser el primero de mis remedios.

1 comentarios:

Isis Zulayka dijo...

Para cuando el segundo capitulo?? =D me va gustando! ;)