§Original//Maldición§

Título: Always
Capítulo: 1 "Maldición"
Fandom: Twilight/Foro rol
Claim: OC
Resumen: El inicio de una vida y una maldición.
Notas: Algunas personas ya conocieron a Keane Osman por un foro que tuve hace algún tiempo. Keane era un licántropo, coqueto y algo depresivo. Sin embargo por cuestiones tanto propias como de los foros, el personaje dejó de estar en mis manos y siguió escribiéndose con otra persona. Pero la idea fue siempre mía. Además con los cambios que tuvo el pobre siempre cambiaba de vida. Así que bueno, aquí está la versión original de lo que planeé era originalmente Keane Osman Freire y su vida antes de llegar a su primer foro-rol.

Espero les guste y sino, bueno, hay más Keane para después.

§Capítulo 1. Maldición.§

Nací en un pequeño pueblo al norte de los Estados Unidos. Un lugar donde aun se creía en la magia, en las leyendas y los seres fantásticos. Donde los grupos de gobernantes y políticos no existían, donde el líder del grupo era el más sabio, el más fuerte, el que podía protegernos de todos.


Mis padres crecieron juntos en el pueblo, orgullosos de sus raíces y dispuestos a hacer todo por el pueblo. Mi madre era la hija del líder, y mi padre era de los hombres jóvenes más fuertes y poderosos respecto a su magia. La unión de ellos fue la mejor vista, la más esperada y mi nacimiento el más deseado. Todos en la región esperaban lo mejor para mi familia.

Pero la desgracia empezó cuando nací. Cuentan que era una noche oscura, sin luna o alguna luz que lograra iluminar el pueblo. Mi madre empezó a quejarse sin aviso previo, nadie esperaba que naciera tan pronto y de forma tan inesperada. Las quejas de mi madre se volvieron tormentos. Nadie en el pueblo la podía ayudar, las parteras habían salido confiadas en que no pasaría nada y a kilómetros no había un médico que la atendiera. La única esperanza era aquel chupasangre que estaba del otro lado de la colina, pero nadie fue por él, preferían que mi madre y yo muriéramos a romper el pacto y salvar las vidas.

Efectivamente, mi madre no aguantó el parto ni perder tanta sangre. A esfuerzos salí yo sin problemas, pero ella no tuvo la misma suerte. Murió a las horas de mi nacimiento.

¿Qué culpa tenía un bebé por nacer? Él no había pedido que lo trajeran a la vida, y su madre decidió sacrificar todo porque él estuviera bien. ¿Qué culpa entonces tenía yo por haber nacido? Mi padre veló a mi madre día y noche, la sepultó, le lloró y al mes él también murió, muchos dicen que de tristeza.

Mi custodia fue automáticamente a mi abuelo materno, el líder, un hombre viejo, resentido y dolido por la muerte de su única hija. Ese abuelo que desde el inicio no me aceptó, decía que yo no podía ser un buen hombre en el futuro si inicié la vida matando a la mujer que me dio la vida. Nadie así podía ser bueno, aunque fuera su nieto.

Al año había pasado por la custodia de mi abuelo que rápidamente se la pasó a su esposa, pero la mujer ya era grande, y débil, y decidió dejarme en Canadá, donde mi tío, hermano de mi padre, me recibió como hijo suyo. Mi tío y su esposa no habían podido tener hijos, por lo que recibirme para ellos era una bendición, así que pasé los primeros años de mi infancia con ellos. Recuerdo que todo el tiempo era felicidad, alegría y hermosas anécdotas de mis padres reales. Eran años reconfortantes para un niño.

Pero jamás me he podido acostumbrar a estar mucho tiempo en el mismo lugar.

Cuando cumplí doce años, viajamos a visitar a mi abuelo y a la familia en Estados Unidos, era un viaje corto y sin importancia. Mi abuelo no me recibió y me sentí mal, pero nada que mi tío no prometiera recompensar en cuando volviéramos a casa.

Nunca llegamos.

Tuvimos un accidente donde los dos murieron, yo me salvé sin más que rasguños. Todos decían que era un niño fuerte, pero yo me sentía vacio. Mi abuelo de nuevo llegó por mi. Recogió los cuerpos para que fueran sepultados en la tierra donde nacieron y me dejó en su casa, encerrado. Era como un ave de malagüero para él. No hablaba conmigo, pero hablaba de mi. Sabía que tenía que deshacerse de mi, yo era un peligro para el pueblo, para la comunidad, quien se acercara a mi estaba condenado a morir. La gente decía que no era verdad, era un niño y yo lo podía escuchar y creer lo que decía.

Y lo creí.

Tan pronto pasaron los funerales, mi abuelo decidió enviarme a Europa, a un colegio inglés donde nadie sabría de mi, donde estaría lejos y no haría daño. No opuse resistencia, me fui creyendo que todo lo que decía era verdad, tratando con todas mis ganas que nadie se me acercara. Era un peligro y siempre lo sería.

Eso era peor que una cárcel. Me trataban mal, nos exigían disciplina, limpiar, cocinar, ser criados, castigos con golpes, gritos, humillaciones. No lo permití. Me rebelé tan pronto como pude. Defendía a mis compañeros de ser tratados peor que animales. Golpeaba a los maestros, a los abusivos, me hice de enemigos rápidamente, aunque para mi sorpresa, me hice más de amigos. Ellos me aclararon que no era un peligro, que sólo era un chico, que la muerte de los que me rodean no es que yo la provocara, era suerte, destino, nadie podía detener la muerte.

Confié en sus palabras, me alenté y decidí seguir mi camino. No pensaba quedarme en un sitio donde mi abuelo sólo quería deshacerse de mi. Si lo que quería era que jamás volviera, eso iba a hacer, pero donde yo lo decidiera.

Una noche me escapé, agarré lo poco que tenía y huí de ahí. Me dediqué a escapar de Londres, me iría de Inglaterra, si mi abuelo se enteraba de mi fuga quizás me buscaría para encerrarme en una cárcel real y eso no lo permitiría.

Llegué a una terminal de autobuses, tenía unas libras esterlinas en el bolsillo de lo que había ganado mendingando, era suficiente para salir de ahí, así que pagué a alguien para que comprara el boleto y colándome con la gente me monté al autobús que me llevaría fuera de Inglaterra. Mi destino era Calais y una vida por mi cuenta.