noviembre 17, 2010

§Drabble//Caprichos y Deseos§


Título: More than us
Capítulo: 11 "Caprichos y deseos"
Fandom:Los tres mosqueteros/20 años después
Claim: OC/D’artagnan
Resumen: Lo que deseamos y queremos no es necesariamente lo que quieren los demás.
Notas: Al fin voy avanzando en la historia ¡¡wee!!

§Caprichos y deseos§

Noleen dejó a la Condesa en su habitación mientras llevaba la ropa del viaje a lavar.

No podía tolerar muchos de los caprichos de la condesa, era sólo un año más chica que ella, pero actuaba como una niña queriendo hacer su santa voluntad. La única que tenía derecho a mandar en esa casa era la Baronesa, madre de Cosette y viuda del Conde de Leicester. Sin embargo, llevaban ya tanto tiempo en Francia sólo ellas dos que la Condesa había olvidado los deseos y la voluntad de su madre para dejarse llevar por el espíritu aventurero que heredó de su padre y que justamente fue lo que la envió de vuelta.
Tantas veces le dijo que no hablara mal del cardenal Richelieu, tantas veces le dijo que no fuera a hablar con el rey, tantas veces le dijo que debía de asumir su papel como mujer, como dama de sociedad, como extranjera. ¿Pero le hizo caso? No, claro que no.

Aunque por otra parte le daba muchísimo gusto, tenía tantas ganas de regresar a Inglaterra. No era su patria, pero había vivido tanto tiempo ahí con su madre cuando su padre se embarcó a América que ya la consideraba su casa. Francia había sido muy malagradecida con su familia: Eran muy pobres, vivían entre las ratas, a veces no comían y su padre siempre estaba ebrio. El día que su padre conoció al capitán Schackleton cambió su vida. Lo invitó a unirse a su barco y podía dejar a su familia en la casa de los Leicester, donde trabajaba su hermana, y ahí vivir sin que nada les hiciera falta. Inglaterra les había abierto las puertas, por lo que volver a Francia por el capricho de la Condesa hizo sufrir a Noleen.

Pero eso ya era lo de menos, ya estaba en casa, y esta vez sería permanente, la baronesa no permitiría que la condesa escapara de nuevo a Francia, y sino, ella misma lo haría.

El hecho de que el Teniente se metiera en sus vidas, y de una forma muy intima en la de la Condesa, asustaba a Noleen. D’artagnan era una buena persona, pero era tan molesto como la sensación de pimienta en la nariz. Sin embargo de algo estaba segura, la ilusión de haber regresado no se le escaparía tan pronto de las manos.

Llegó a la cocina en donde miró a John y a D’artagnan platicar en la mesa, se escondió detrás de la puerta y asomó el ojo por el rabillo de luz que dejaba escapar un hueco de la misma. D’artagnan tenía una expresión fúnebre, nada de lo que dijera John le podía cambiar el aspecto, de hecho palidecía más y lo miraba con enorme tristeza. Noleen tenía tantas ganas de saber qué era lo que decían, pero no entendía nada, no hablaba castellano.

Las pocas palabras que lograba comparar con el francés no le ayudaban mucho, obviamente comprendía los nombres y algunos verbos, pero nada que le ayudara a descifrar la conversación. Se sintió frustrada, suspiró, sabía que se enteraría de todo tarde o temprano y sabía cómo hacerlo, pero tendría que esperar hasta la noche.

Dejó la ropa en la cesta donde la lavandera se encargaría y fue a la caballeriza donde esperó a John hasta que llegara. Tomó un cepillo y comenzó a peinar a uno de los caballos más mansos que había, su gran problema era no poder estar quieta nunca, tenía que hacer cosas para no sentirse inútil.

- Con más suavidad que lo vas a lastimar. – dijo la voz amigable de John. Noleen tiró el cepillo y corrió a John para recibirlo con un gran abrazo y un beso. – un recibimiento así sólo por cepillar un caballo, dejaré que lo hagas más seguido.

Noleen le dio un leve golpe en el brazo y volvió a abrazar a John.

- ¿A qué se debe tanto amor? – preguntó John interrumpiendo el momento. Noleen se alejó de él bastante malhumorada, pero John la volvió a abrazar. – No me quieras engañar Noleen, te conozco mejor que nadie y sé que algo quieres.
- ¿No te puedo abrazar sólo porque quiero?
- Tal vez, pero algo me dice que es otra cosa.
- ¿Qué podría ser? – preguntó desafiándolo.
- Que tienes curiosidad por saber de lo que hablé con el teniente. – Noleen abrió los ojos como plato – te vi cuando te escondiste detrás de la puerta, no te moviste hasta que al teniente lo llamó la baronesa.
- ¿Y porqué no me delataste?
- ¿Para qué? Igual no podías comprender nada de lo que decíamos los dos.

Noleen puso cara de pocos amigos. Pero inmediatamente aceptó que John tenía razón, nadie la conocía mejor que él. De cualquier forma puso cara de indignación, que se le quitó justo cuando John accedió a hablar.

No fue algo comprometedor, de hecho John lo dijo de una forma bastante tranquila, sólo había hablado de la Condesa, de cuando murió el padre de ella y de la baronesa que tenía planes de casarla con un Conde. Le contó que Cosette era una señorita bastante rebelde y que partió a Francia por capricho, en contra de los deseos de su madre.

- ¿Y qué más quiso saber él?
- Que si ya sabía con quién se iba a casar la condesa.
- ¿Y qué le dijiste?
- Que ya. De hecho el conde de Devonshire no tarda en llegar, en cuanto supo que habían tocado tierra tomó un caballo para acá.

Noleen sonrió. Eso era. Lo que impediría que Cosette se fuera con el teniente de regreso a Francia sería el mismo Conde de Devonshire. El matrimonio de ellos aseguraría su estancia en Inglaterra, su trabajo en la casa y su propia felicidad.

Noleen abrazó a John con tanta emoción que él mismo se sorprendió. John no se había dado cuanta de que había condenado a la condesa a los caprichos y deseos de Noleen.

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